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Cayo Cornelio Tácito.

falsas redes á Libón, y el que le acusó después. Acordóse Tiberio de este servicio, y tomando diferentes pretextos, pidió que se le alzase el destierro, aunque no insistió en que le fuese restituída la dignidad de senador, de que había sido privado.

Sé muy bien que muchas cosas de estas que he contado y pienso contar, parecerán por ventura muy leves y no dignas de ponerse en memoria; mas no se haga comparación de nuestros anales con las materias por donde pudieron discurrir los que recogieron las cosas antiguas del pueblo romano: porque aquéllos trataron libremente de guerras grandes, de expugnaciones de ciudades, de reyes presos ó puestos en huída; y si á las veces se volvían á los sucesos de casa, les ofrecían noble materia las discordias de los cónsules con los tribunos, las leyes agrarias y frumentarias, y las diferencias entre el pueblo y los nobles. Nuestro trabajo está ceñido más estrecho, y por el consiguiente es capaz de menor gloria: una paz no alterada, ó bien poco, las cosas de Roma afligidas, y el príncipe sin cuidado de extender el imperio. Todavía no será fuera de propósito el considerar estas cosas, despreciables á primera vista, dado que pueden sacarse de ellas notables documentos.

Porque todas las naciones y ciudades son gobernadas ó por el pueblo, ó por los nobles, ó por un príncipe solo.

Otra forma de república fuera de éstas, antes se puede alabar que hallar; ni dado que se hallase podría durar largo tiempo. Así, pues, como entonces, prevaleciendo la plebe, era necesario conocer la naturaleza del vulgo y el modo de saberle regir y manejar, ó cuando gobernando los senadores eran tenidos por prudentes y astutos los que conocían las inclinaciones del senado y de los nobles, así ahora, habiéndose mudado el estado de la ciudad y redu cídose las cosas al gobierno de uno solo, á éstas conviene atender y de éstas es necesario y provechoso tratar: siendo