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Cayo Cornelio Tácito.

de Roma. Fué con todo eso hecho volver de Ravena y forzado á seguir la causa; no pudiendo Tiberio disimular el odio antiguo contra el desterrado Sereno, porque después de la condenación de Libón, había escrito á Césár dándole en rostro con que solos sus servicios habían quedado sin recompensa; añadiendo algunas cosas con menos respeto de lo que convenían á orejas tan soberbias y mal sufridas. De esto, pues, se resintió al cabo de ocho años, arguyéndole de varias cosas durante este tiempo; y aunque los tormentos, por la constancia de los criados y esclavos, obraron todo al revés de lo que pretendía el fisco, prevaleciendo con todo eso el voto de que Sereno fuese castigado al uso de los antiguos, por no hacerse César aborrecible, lo contradijo. Y diciendo Galo Asinio que se desterrase á Giaro ó á Donusa, no lo consintió tampoco, alegando que aquellas dos islas carecían de agua, y que era justo dar modo de vivir á quien se daba la vida; y así Sereno fué desterrado á la isla de Amorgo. Y porque Cornuto se mató con sus manos, se trató de privar al acusador del premio siempre que el iniciado de majestad se quitase la vida antes de declararse la causa. Y prevaleciera este voto, si César obstinadamente, y contra su costumbre, á la descubierta no hubiera tomado á su cargo la defensa de los acusadores: doliéndose de que con esto perderían de allí los sacaban al precipicio Tarpeyo. Llamóse robre aquel lugar, por estar hecho antíguamente de gruesos robres.» Así Ernesto; pero según lo describe Salustio, era un calabozo en lo bajo, muy obscuro y terrible, fabricado de piedra.—Nota de la E. E.—Rich. en su Dic. de ant. rom. y grieg., nos da en menos palabras una idea más clara de lo que se entiende por el castigo del roble y de la piedra. «Llamábase así, dice, en toda prisión (carcere) el calabozo subterráneo donde se ejecu taban las sentencias de muerte; de donde la expresión, dignum carcere et robore, para indicar el que merecía la prisión y la muerte.» En la Edad Media dábase á esta clase de calabozos, harto comunes entonces, los nombres más significativos de infierno, pudrideros, de profundis, ollas, etc.