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Los anales.—Libro IV.

ira le arrojaba la piedra. Eran las culpas, que se entendía con los que comenzaron la guerra; que disimuló largo tiempo con Sacroviro; que con su avaricia había manchado el honor de la victoria; y, finalmente, que tenía por mujer á Sosia. No hay duda en que se hallaban confusos por no saber cómo encajar el delito de residencia; más resolviéndose en tratar este negocio por el de majestad ofendida, Silio con una muerte voluntaria previno á la cercana condenación.

Sin embargo, se procedió contra sus bienes, no por restituir las pagas á los soldados, no habiendo quien las pidiese, sino por quitarle lo que liberalmente le había dado Augusto, restituyendo por menudo al fisco todo aquello en que pretendía haber sido defraudado. Esta fué la primer diligencia que hizo Tiberio contra la hacienda ajena. Sosia fué desterrada por consejo de Asinio Galo, que quería que se le confiscase una parte de sus bienes y la otra se dejase á sus hijos. Mas en contrario, Marco Lepido fué de opinión que conforme á la necesidad de la ley, se diese la cuarta parte á los acusadores y lo restante se concediese á sus hijos. Este Lepido hallo haber sido hombre grave y muy prudente en aquellos tiempos, porque en cuanto pudo, encaminó siempre á la razón las crueles adulaciones de los otros: ni le fué necesario nunca gobernarse con respetos, á causa de haber conservado siempre igualmente la gracia de Tiberio y su propia autoridad. De que me resuelvo en poner en duda, si el hado ó la suerte del nacimiento causan, como las demás cosas, la gracia de los unos y el disfavor de los otros para con los príncipes, ó si aprovecha de algo el saberse un hombre gobernar, y entre la fiereza inconsiderada y la vil lisonja, seguir un camino seguro de ambición y exento de peligros. Pero Mesalino Cota, no menos noble de sangre que él, aunque de ingenio diverso, votó que se debía establecer, con decreto del senado, que los magistrados y gobernadores de provincias