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Los anales.—Libro IV.

ofan y que veían á su padre, cuya memoria estaba muy fresca en los ánimos de todos: ayudando también la modestia y hermosura del mozo, digna de un príncipe, tanto más gratas á todos, cuanto era más notorio el peligro que corría por el aborrecimiento de Seyano.

Eu este mismo tiempo trató César de elegir el flamine dial en lugar de Servio Maluginense, difunto, y de hacer nueva ley: porque antiguamente se nombraban tres patricios de padre y madre confarreados (1), de los cuales se acostumbraba elegir uno; mas ahora no se hallaba como antes tanta copia, habiéndose olvidado el uso de la confarreación en los matrimonios, ó conservándose entre pocos.

(1) Ó casados por confarreación. De tres distintas maneras se celebraba el matrimoniq entre los Romanos, á saber: usu, coemptione et confarreatione.

Si una mujer habitaba durante un año con un hombre, con consentimiento de sus tutores, sin ausentarse más de dos noches, se hacía esposa suya como por prescripción (usu), sin que hubiese necesidad de nuevas formalidades." La segunda especie de matrimonio era como una compra simulada, coemptio, por la cual los dos esposos se compraban mutuamente. La mujer traía tres ases, uno en la mano, que era para su marido; otro en el zapato, que ofrecía á los dioses lares, y otro que depositaba en una especie de cobertizo ó soportal improvisado, que se llamaba el compitum ricinale.

Con el primer as la mujer compraba á su marido, con el segundo los dioses Penates, y con el tercero el derecho de entrar en la casa.

El matrimonio por confarreación traía su nombre de una especie de pan hecho con el far (trigo), que comían los dos esposos durante el sacrificio. Esta manera de contraer matrimonio fué tenida siempre por la más solemne y estuvo en todos tiempos reservada á los solos patricios, aun después que los plebeyos participaron de sus prerrogativas. La celebración exigia la presencia de diez testigos, del sumo pontifice y del flamen de Jupiter. Sus ceremonias eran muy largas y podían durar muchos días. Un trueno, el menor presagio siniestro bastaba bar la fiesta, que era preciso en este caso empezar a turnuevo.

Esta clase de matrimonios eran indisolubles, y para romperlos era necesario pasar por otra ceremonia llamada diffarreatio, más desagradable acaso que la primera.

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