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Cayo Cornelio Tácito.

desenfrenados; si el hacerlo podía ser ocasión de mayor daño que provecho á la república, la indignidad que sería emprender una cosa y no salir con ella, ó si saliendo, se ocasionaba infamia é ignominia á muchos varones ilustres; finalmente escribió al senado una carta de este teror: «Por ventura en todas las demás cosas, padres conscrip»tos, hubiera sido mejor que preguntado yo dijera perso»»nalmente lo que juzgo por más servicio de la república: »mas en esta relación lo ha sido sin duda el hallarme »ausente; porque cuando vosotros iríades notando la ver »güenza y el miedo en los rostros de los culpados en tan »»vergonzosos excesos, por fuerza había de verlos yo tam»bién y cogerlos casi con el hurto en las manos. Si estos »animosos ediles se hubieran aconsejado conmigo, no sé si »»les persuadiera á que dejaran correr los vicios tan arrai»gados y crecidos, antes que aventurar á no hacer otra »cosa que descubrir la imposibilidad en que nos hallamos »de corregirlos. Mas á la verdad, ellos han hecho su oficio, »como yo querría que le hiciesen los demás magistrados; »»y yo no pudiendo callar con mi honra, no sé lo que me »diga; porque no siendo edil, ni pretor, ni cónsul, mayo»»res y más señaladas cosas se deben esperar del príncipe: »y así como en las que son bien hechas procura cada uno »llevarse su parte de alabanza, asimismo en el error que »cometen todos, á uno solo le queda la culpa y el vituperio»Veamos qué cosa comenzaré á prohibir primero, para »»reducirlas todas á la costumbre antigua. ¿Por ventura los »espaciosos términos de las quintas y casas de placer; el »excesivo número de esclavos de infinitas naciones; el »peso inmenso de plata y oro; las estatuas de bronce »y tablas de pinturas milagrosas; las vestiduras de seda, no »menos en los hombres que en las mujeres, & aquellos »adornos mujeriles por causa de cuyas piedras nos llevan »nuestro dinero las extranjeras y enemigas naciones.

»Sé muy bien que en los convites y en los corrillos se