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Cayo Cornelio Tácito.

antes de lo que permitía la ley, alegando que á él y á sur hermano se había concedido lo mismo á instancia de Augusto: mas ni aun entonces pienso que dejarían de burlar secretamente de semejante demanda, con ser al nacimiento de la grandeza de los Césares, y hallarse más cercanos á las antiguas costumbres, con el parentesco menos estrecho de los antenados para con el padrastro, que det abuelo para con el nieto. Añadiósele el pontificade, y el primer día que compareció en la plaza se dió un donativo al pueblo, alegre y regocijado de ver ya á un hijo de Germánico en edad juvenil. Acrecentó la alegría poco después el matrimonio de Nerón con Julia, hija del Druso; y á esta medida fué el sentimiento universal de que al hijo de Claudio se le destinase Seyano por suegro, pareciendo que con aquello se manchaba la nobleza de aquel linaje, y que levantado ya de suyo Seyano á excesivas esperanzas, se le daba ocasión para esperar más.

A la fin del año murieron dos varones señalados; es á saber: Lucio Volusio y Salustio Crispo. Volusio, de antiguo linaje, aunque sus pasados no habían llegado á más que á ser pretores, él alcanzó el consulado, y fué censor para la elección de las decurias de gente de á caballo, y el que comenzó á juntar las grandes riquezas de que aun hoy en día florece aquella casa. Crispo fué de linaje de caballeros, aceptado en la familia de aquel Cayo Salustio, excelente historiador de las cosas de Roma, como nieto de su hermana. Este, aunque pudo fácilmente tener entrada á los honores y oficios honrados de la república, todavía deseando imitar á Mecenas, siguió el mismo estilo, y sin llegar á ser senador se adelantó en autoridad á muchos que habían triunfado y sido cónsules: fué diverso de la antigua forma de vivir, en el ornato de su persona y en el aliño y regalo de su casa, y por la abundancia de riquezas casi pródigo.

Tuvo con todo eso el ánimo vigorose, apto para negocios grandes, y tanto más despierto, cuanto procuraba mostrar-