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Cayo Cornelio Tácito.

cia: porque si bien las leyes que se hicieron después fué algunas veces en orden á castigar delitos, no hay duda en que las más se fueron estableciendo por fuerza ó por disensiones entre los estamentos, ó por adquirir honras ilícitas, ó, finalmente, por echar de la ciudad á los varones de mayor esplendor, y por otras cosas ruines semejantes á éstas. Con este dolor fueron alborotadores del pueblo los Gracos y los Saturninos: ni Druso se mostró menos pródigo en nombre del senado, cohechando á sus aliados con la esperanza, ó engañándolos con varios impedimentos y oposiciones. Después, ni por las guerras de Italia, ni por las civiles que siguieron luego, se dejaron de hacer muchas y diversas leyes, hasta que Lucio Sila, dictador, anuladas ó corregidas las primeras y añadiendo otras muchas más, dió algún breve reposo á esta ocupación, hasta que sobrevinieron las sediciosas leyes de Lépido, y poco después la licencia restituída á los tribunos de barajar el pueblo á toda su voluntad.

Y ya desde entonces, no sólo en común, sino contra particulares se hacían estatutos; tal, que nunca se vió más estragada la república que cuando tuvo más número de leyes.

Gneo Pompeyo entonces fué elegido tercera vez cónsul (1) á título de reformar las costumbres: el cual, usando (1) Había sido nombrado cónsul en 702 de Roma, con el encargo de reformar el Estado. Entre las varias leyes que en aquella ocasión promulgó, fué una de ellas el poner en vigor la que obligaba á los canditatos á solicitar en los comicios los sufragiosen persona. Hizo confirmar por el pueblo el senadoconsulto, por el cual se prohibía que se diesen las provincias á los cónsules y á los pretores hasta cinco años después de haber desempeñado su cargo; y por último, hizo otra ley sobre cohecho, que se extendía á los delitos cometidos después de veinte años.

Ahora bien, él mismo violó la primera, autorizando á César parapedir el consulado estando ausente; la segunda haciéndose prorrogar por cinco años el Gobierno de España, y la tercera, arrancando a la acción de la justicia á su cuñado Scipión Metelo, á quien se hacían los más severos cargos. Tácito alude á estas violaciones cuando dice en seguida, suarumque legum auctor idem et subversor.