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Los anales.—Libro III.

riesgo de la pena, visto que muchas casas estaban deatruf..das y acabadas por la interpretación de los acusadores, de suerte que como en otro tiempo daba cuidado la muchedumbre de los vicios, no le daba menor en este la multiplicación de las leyes. Esto nos convida á discurrir desde más atrás del principio que tuvo la administración de la justicia, y el modo en que se ha venido á esta infinita variedad y cantidad de leyes.

Vivian los primeros hombres sin ningún siniestro apetito, sin vituperio ó maldad alguna, y á esta causa, sin penas y sin necesidad de corrección: no había tampoco necesidad de premio, apeteciéndose lo justo y lo honesto por su propia causa, y donde nada se deseaba contra el deber, nada tampoco era vedado con el temor. Mas después que se fueron despojando de esta igualdad, y en vez de la templanza y de la vergüenza entraron la fuerza y la ambición, comenzaron á establecerse los señoríos, perpetuándose acerca de diversos pueblos: y á muchos ó luego ó después de haber experimentado el dominio real agradaron las leyes. Estas al principio eran sencillas y sin artificio, respecto á reinar en los ánimos de los hombres estas mismas calidades, celebrando mucho la fama las de los Cretenses, dadas por Minos, de los Espartanos por Licurgo, y después de éstas las que Solón dió á los Atenienses, más exquisitas y en mayor número. A nosotros nos gobernó Rómulo á su voluntad. Obligó después Numa al pueblo á la religión y al derecho divino. Tulo y Anco inventaron algunas; pero sobre todos fué Servio Tulio elprincipal inventor de las leyes á quien los reyes obedeciesen también.

Desposeído Tarquino, el pueblo, por defender la libertad y establecer la paz, ordenó muchas cosas contra los bandos y ligas de los senadores. Creáronse los diez varones, y recogidas por todas partes las más famosas leyes, se compusieron las doce tablas, compendio de toda equidad y justi-