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Cayo Cornelio Tácito.

los collares de oro y una lanza. El césar le añadió la corona cívica, doliéndose, no que le pesase, de que Apronio no se la hubiese dado con la autoridad de procónsul. Mas Tacfarinas, viendo á los Númidas perdidos de ánimo, dejándose de sitiar tierras, comienza á dividir la guerra, retirándose cuando era seguido, y de nuevo acometiendo á las espaldas. Todo el tiempo que siguió este consejo, sin recibir daño, cansaba y burlaba á los Romanos; mas mientras vuelto á los lugares marítimos se estaba en los alojamientos atento á guardar la presa, Apronio Cesiano, enviado por su padre con la caballería y auxiliarios junto con los infantes sueltos de las legiones, peleó con él prósperamente haciéndole retirar á los desiertos.

Mas en Roma, Lepida, la cual, fuera de la reputación del linaje Emilio, tuvo por bisabuelos á Lucio Sila y á Gneo Pompeyo, fué acusada de haber fingido la preñez y el parto de Plubio Quirino, hombre rico y sin hijos, añadiéndole adulterios, venenos, y haber investigado cosas por vía de caldeos en daño de la casa de César, defendiendo su causa Manio Lepido, su hermano. Quirino, aborreciéndola aun después de haberla repudiado, puesto que infame y culpada la hacía digna de compasion. No se pudo conocer con facilidad en esta causa la intención del príncipe: de tal manera supo confundir y entremezclar las demostraciones de ira y de clemencia, habiendo rogado primero al senado que no se tratase aquella causa como delito de majestad; mas después apercibió á Marco Servilio, varón consular, y á otros testigos, para que dijesen lo que había mostrado desear que se callase. Tras esto hizo entregar en manos de los cónsules á los criados de Lepida, que hasta entonces había estado con guardia de soldados, si bien no consintió que fuesen examinados con tortura por lo que tocaba á él y á su casa. Quitó á Druso, que estaba inombrado para cónsul, el privilegio de votar primero, atribuyéndolo algunos á humanidad y modestia, por no necesitar á los otros á seguir su parecer, y.