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Los anales.—Libro III.

Vipsania, su madre, sola la cual, entre todos los hijos de Agripa, dejó de morir de muerte violenta, porque los demás, ó descubiertamente murieron á hierro, ó como se creyó, de veneno y de hambre.

En este año Tacfarinas, vencido, como dije, el año pasado por Camilo, renovó la guerra en Africa, primero con corredurías no prevenidas por la presteza, después con arruinar villas y hacer grandes presas, y á lo último sitiando junto al río Pagida (1) una cohorte romana. Gobernaba aquel puesto Decrio, soldado valeroso y práctico, el cual, teniendo á deshonra el estar sitiado y exhortando á los suyos á pelear en campaña, los saca fuera del alojamiento en ordenanza. Mas siendo al primer ímpetu rota la cohorte y puesta en huída mientras en medio de las armas y tiros arrojadizos detiene á los que huyen y da voces á los alféreces, que se avergüencen de volver las espaldas á gente fugitiva y desordenada; herido y perdido un ojo, aunque todavía flero contra el enemigo, no cesó de pelear hasta que, desamparado de los suyos, dejó la vida.

Sabido este suceso por Lucio Apronio, que había sucedido á Camilo, ofendido más de la vileza de los suyos que de la reputación que ganaba el enemigo, hizo matar con las varas á todos los que salieron diezmados de aquella vergonzosa cohorte, castigo hecho raras veces en aquel tiempo, aunque muy usado por los antiguos. Y aprovechó de suerte este rigor, que una sola bandera de quinientos veteranos puso en rota después á la misma gente de Tacfarinas que había ido sebre la fortaleza de Tala (2). En esta batalla Rufo Elvio, soldado ordinario, ganó la honra de haber salvado la vida de un ciudadano, en premio de lo cual le dió Apronio (1) Probablemente el Ábeadh, en la provincia de Constantina (2) Ciudad de Numidia, situada no lejos del desierto, si bien se ignora cuál era á punto fijo el lugar que ocupaba. Fué arruinada en la guerra de César contra Juba,