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Los anales.—Libro III.

»contra Agripina y sus hijos, para que la venerable abuela »y generoso tio se acaben de hartar de la sangre de esta »más que infelice casa». Pasáronse con esto dos días so color de hacer el proceso de Plancina; instando Tiberio con los hijos de Pisón á encargarse de la defensa de su madre. Y aunque los testigos y acusadores gritaban á porfía contra ella, sin que nadie respondiese, pudo finalmente más la misericordia que el aborrecimiento. Pidióse primeramente el voto al cónsul Aurelio Cota (porque cuando César proponía, hacían también los magistrados oficio de consejeros votando en las causas) (1), y fué de parecer que el nombre de Pisón se rayase de los fastos; que una parte de sus bienes se confiscase y la otra se hiciese gracia de ella á su hijo Gneo Pisón, con tal que mudase su sobrenombre (2). Que Marco Pisón, degradado del senado, dejándole solamente ciento veinticinco mil ducados (cinco millones de sextercios) de hacienda, fuese desterrado por diez años, y que Plancina fuese absuelta, mediante los ruegos de Augusta.

Fueron moderadas por el príncipe muchas cosas de esta sentencia: que no se borrase el nombre de Pisón de los fastos, pues quedaba el de Marco Antonio habiendo hecho guerra á la patria, y el de Julo Antonio que violó la casa de Augusto. Libre á Marco Pisón de aquella ignominia, concediéndole toda la hacienda de su padre, mostrándose, como he dicho atrás, harto firme en menospreciar el dinero, y ya entonces, por la vergonzosa absolución de Plancina, mucho más aplacado. Prohibió que se pusiese estatua de oro en el templo de Marte vengador, como había aconsejado Valerio Mesalino, y altar á la Venganza, como que(1) Los magistrados que, en tiempo de la república, no tenían derecho á emitir su opinión en el senado, la daban en el nuevo gobierno, si bien no podían hacerlo hasta que el emperador hubiese puesto á discusión el asunto.

(2) Tomó el de Lucio.