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Cayo Cornelio Tácito.

las legiones; que en contrario había usado mil crueldades con la gente más granada, especial con los amigos y compañeros de Germánico; y últimamente, que no había dudado de quitarle la vida con hechizos y con veneno. Que á este efecto habían hecho él y Plancina mil sacrificios y nefandas inmolaciones; que empuñó después las armas contra la república; tal, que para llegar á poderse conocer de sus excesos, había sido fuerza pelear con él y vencerle en batalla».

Estaba su defensa dudosa en los demás cabos; porque ni el ganar á los soldados con ambición, ni el haber recibido en la provincia gente facinerosa, ni las injurias hechas á Germánico, podían negarse. Sólo el delito del veneno parecía purgado, porque ni aun los mismos acusadores lo confirmaban bien con decir que estando una vez junto á Germánico, por quien fué convidado á un banquete, con achaque de servirle le había atosigado la vianda: pareciendo absurdo y disparate grande el pensar que se pudiese atrever á tal, rodeado de criados ajenos, con tantos ojos sobre sí, sin los del mismo Germánico: y el reo ofrecía que fuese interrogada su familia, pidiendo ministros para la tortura: mas los jueces por diversas cosas se mostraban implacables. César por la guerra movida á la provincia, el senado por no acabarse de persuadir á que Germánico era muerto sin engaño, murmurándose que no negaba menos esta verdad Tiberio que Pisón. Ofanse fuera las voces del pueblo afirmando que emplearían las manos, caso que Pisón se librase del juicio de los senadores: habiendo entretanto arrastrado sus estatuas á las Gemonias, y las despedazaran, si no las hubiera defendido y vuelto á su lugar la autoridad del príncipe. Pisón, pues, metido en una litera, fué vuelto á llevar por un tribuno de las cohortes pretorias; creyendo unos que iba por guardia de su persona y otros para qui: tarle la vida.

El mismo aborrecimiento universal había contra Planci-