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Los anales.—Libro III.

»decidas por los acusadores, de cuyo sobrado afecto y dili»gencias excusadas me duelo con razón. Porque, ¿á qué »propósito poner desnudo en una plaza el cuerpo de Ger»mánico, y manosearle á vista del vulgo, publicar hasta Dentre los extranjeros que murió atosigado, si estaba toda»vía en duda, y como veis se investiga la verdad? Confiésoos »que lloro á mi hijo y que le lloraré siempre; mas no por pesto prohibo al reo que deje producir todo lo que pueda »ayudar á su justificación, aunque sea redargüir á los acu»sadores con alguna maldad de Germánico. Y ruégoos que »no porque esta causa es tan conjunta como veis con mi »dolor, os resolváis en admitir por probados los delitos so»lamente imputados al reo. Si el parentesco y la confianza »le han proveido á Pisón de abogados, ayudadle en su pe»ligro muy en buen hora con la elocuencia y cuidado que »pudiéredes. Al mismo trabajo y á la misma distancia me »ha parecido también exhortar á los acusadores. Exceda»mos en esto sólo á las leyes en honra de Germánico; es á »saber, que la causa tocante á su muerte se vea en la curia »y no en el foro; por el senado, y no por los jueces; sea tratado lo demás con igual modestia y templanza. Ninguno tenga respeto á las lágrimas de Druso, á mi tristeza, ni tampoco á lo que puede fingirse contra nosotros.» Asignaban después de esto dos días para producir la acusación, y al cabo de otros seis, tres al reo para dar sus defensas. Entonces Fulcinio declaró que había gobernado á España con ambición y avaricia; delitos viejos y vanos, que probados, no le dañaban, purgados los nuevos, ni defendidos, le absolvían de los más graves. Después de él, Servio, Veranio y Vitelio con igual afecto, aunque Vitelio con más elocuencia, expusieron: «que Pisón por odio de Germánico y deseo de novedades, con dar sobrada licencia á la gente de guerra y con disimular las injurias hechas á los pobladores de la provincia, había sobornado los ánimos militares hasta hacerse llamar por los más ruines padre de