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Los anales.—Libro III.

llevar por la Nera al Tiber, acrecentó el enojo del vulgo el ver su barca abordada al túmulo de los césares (1) en un día que acertó á ser solemne, y en aquella frecuencia, desembarcando él con gran acompañamiento de criados y clientes, y Plancina de mujeres, todos con muestras de gran alegría. Provocaba también el odio universal su casa levantada sobre la plaza, ornada como para una gran fiesta (2), banquete copioso, viandas exquisitas, y por el concurso y publicidad del lugar nada escondido.

El día siguiente Fulcinio Trión citó á Pisón ante los cónsules. Por otra parte, Vitelio, Veranio y los otros que habían acompañado á Germánico, decían «que Trión no tenía para qué entrometerse en aquello, ni ellos como acusadores, sino como testigos, querían dar los indicios del hecho y declarar lo que les había encargado Germánico»: por lo cual, dejando Trión de seguir este cabo del proceso, alcanzó el poder acusar á Pisón de su vida pasada, y pidióse al príncipe que se encargase del conocimiento de toda la causa; de que no le pesó al reo por el temor con que estaba del favor del pueblo y del senado. Donde en contrario sabía que Tiberio solía hacer poco caso de los rumores populares, y que se hallaba interesado en los secretos consejos de su madre; fuera de que discierne mejor las cosas verdaderas y las dudosas un juez solo, pudiendo demasiado acerca de los muchos el aborrecimiento y la envidia. No ignoraba Tiberio el peso que tomaría sobre sus espaldas con encargarse del conocimiento de la causa, ni la fama que corría de él; y así, llamando algunos pocos de sus más familiares, oyó de una parte las amenazas de los acusadores y de la otra los ruegos del reo. Hecho esto, remitió enteramente la causa al senado.

(1) Este sepulcro se hallaba situado en el Campo de Marte, entre el Tiber y la vía Flaminia.

(2) Esto es, iluminada y decorada al exterior con laureles.