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Cayo Cornelio Tácito.

cios, y Druso partió para los ejércitos del Ilírico, estando todos con el ánimo levantado en pedir venganza contra Pisón. Dolíanse de que entretanto se anduviese él recreando por los lugares amenos de Asia y de Acaya, por subvertir con esta arrogante y maliciosa detención las pruebas de sus maldades: porque ya se sabía que aquella Martina, famosa hechicera, enviada, como he dicho, por Gneo Sencio, era muerta súbitamente en Brindis, y que le habían hallado el veneno escondido en las trenzas de los cabellos, sin señal alguna en su cuerpo de haberse quitado ella misma la vida.

Mas Pisón, enviado delante á Roma á su hijo con instrucción de ir mitigando el ánimo del príncipe, se la vueltade donde estaba Druso, esperando no hallarle más riguroso para con él á causa de la muerte de su hermano, que favorable por haberle librado de tal competidor. Tiberio, para mestrar la entereza de su justicia, recibiendo al mozo benignamente, usó con él de la misma liberalidad que acostumbraba usar con los demás hijos de personas tan nobles. Druso respondió á Pisón «que si era verdad lo que se publicaba no podía dejar de tener particular sentimiento; mas que deseaba fuese todo falso y vano para que la muerte de Germánico no pudiese ocasionar la ruina de nadie».

Todo esto dijo en público, sin concederle audiencia secreta; y no se puso duda en que tuvo instrucción de su padre, porque siendo en las demás cosas poco advertido y fácil por la juventud, usaba en aquella ocasión de astucias de viejo.

Pisón, atravesado el mar de Dalmacia y dejando sus bajeles en Ancona, por la Marca, y después por la vía Flaminia, alcanzó la legión que se hacía venir de Panonia á Roma, para de allí enviarla de guarnición á la provincia de África; de donde después nació la voz de que en la ordenanza y en viaje había hecho muchas veces ostentación de si á los soldados. De Narni, por no dar sospecha ó porque quien teme todos los consejos son inciertos, haciéndose