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XIII

XIII como él el arte de los grandes rasgos y de las palabras que dicen más de lo que suenan. Nadie ha sabido tampoco producir la impresión que él produce con rasgos aislados y acá y allá esparcidos. Así viven Tiberio y Seyano, Germánico y Livia, Tráseas y Séneca, Agrícola y Galgaco, en sus páginas inmortales. No son personajes de una sola pieza como los que fantasean los retóricos y sofistas, sino humanos, ricos y variados, con toda la amplitud, riqueza y esplendidez de la conciencia.

En el estilo une Tácito á lo sereno y majestuoso de todos los narradores antiguos, cierta austeridad y melancolía propia y peculiar suya, nacida en parte de lo amargo y pavoroso de los hechos que describe, y en parte de las consideraciones geniales de su espíritu, más inclinado á tomar la vida por el lado triste que por el risueño. Y precisamente por este modo de sentir y de narrar toman importancia en sus libros los hechos más accesorios y de poca monta, como que su historia, con ser de crímenes y bajas tiranías, enseña mucho más que cualquiera otra de glorias y graudezas. Y no es porque calumnie la naturaleza humana, como se ha dicho, ni porque se vaya como los cuervos á la carne muerta, trocado en zahori de ocultos propósitos é intencio nes, sino porque había recogido amargos frutos de ciencia y experiencia, con ser muy amante y devoto del bien y de la virtud donde quiera que los hallara.