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Cayo Cornelio Tácito.

le respondió «que el pueblo romano acostumbraba tomar venganza de sus enemigos abiertamente y por fuerza de armas, y no con engaños ni con secretas inteligencias»: con cuya gloria se igualaba Tiberio á aquellos primeros generales de ejércitos que evitaron y descubrieron al rey Pirro el veneno que se le aparejaba. Mas Arminio, partidos los Romanos y expedido Maroboduo, tentando el hacerse rey, tuvo por contrarios á los populares, acostumbrados á la libertad; y perseguido con las armas, después de haber hecho la guerra con varia fortuna, fué al fin muerto por engaño de sus parientes: hombre verdaderamente á quien debe la Germania su libertad, y que no provocó al imperio romano á sus principios, como los otros reyes y capitanes, sino cuando estaba más floreciente. No fué siempre victorioso en sus batallas, aunque sí jamás acabó de vencer en sus guerras. Tuvo treinta y siete años de vida y doce de potencia: hoy en día se canta de él entre los bárbaros; no alcanzó á ser conocido en los anales de los Griegos, porque esta gente no hace admiración sino de sus cosas: ni de los Romanos ha sido celebrada su memoria, porque mientras andamos procurando exaltar las cosas antiguas, nos descuidamos de las modernas.