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Los anales.—Libro II.

extirpar la religión de los Egipcios y Judíos, decretando los senadores que cuatro mil de buena edad, de casta de libertinos, inficionados de aquella superstición, fuesen llevados á Cerdeña para reprimir los ladronicios que en aquella isla se hacían; á donde si venían á morir por causa de intemperie del aire, el daño sería de ninguna consideración: á todos los demás se mandó que salíesen de Italia si dentro de cierto tiempo no renunciaban á sus ritos profanos.

Después de esto propuso César que se recibiese una virgen en lugar de Occia, que había presidido cincuenta y siete años con gran santidad a los sacrificios vestales. Y agradeció á Fonteyo Agripa y á Domicio Polión que con la oferta que hicieron de sus hijas, parece que contendían entre sí sobre cuál tenía más amor á la república. Dióse el lugar á la hija de Polión, no por otra cosa sino porque su madre estaba todavía en su primer matrimonio: donde Agripa con discordias, y finalmente con divorcio, había disminuído el número de sus hijos. Consoló Tiberio á la otra por la afrenta de verse estimada en menos con darle veinticinco mil ducados (un millón de sextercios) para su dote.

Quejándose el pueblo de la carestía de vituallas, puso con precio moderado tasa en el trigo, ofreciendo de su dinero dos reales (dos sextercios) por hanega á los mercaderes que lo sacasen á vender á la tasa. Ni por esto quiso aceptar el nombre de padre de la patria, puesto que se le habían ofrecido ya otra vez; y reprendido ásperamente á los que habían dado á sus ocupaciones nombre de divinas y llamádole señor. A cuya causa era peligroso y arduo negocio el hablar en tiempo de un príncipe que temía la libertad y aborrecía la adulación.

Hallo acerca de los escritores y de los más viejos de aquel tiempo haberse leído en el senado las cartas de Adgandestrio, príncipe de los Catos, en las cuales se ofrecía de matar á Arminio si se le enviaba veneno para ejecutarlo, y que se