Página:Los Anales de Cayo Cornelio Tácito. Tomo I (1890).pdf/141

Esta página no ha sido corregida
123
Los anales.—Libro II.

les en consideración la grandeza del emperador y que Pisón armaba contra la república, recogió buen número de gente aparejada á menear las manos.

Mas Pisón, aunque no le salieron como pensaba sus primeras empresas, no dejaba de encaminar todas las cosas que por entonces le parecían más seguras. Y así ocupó en Cilicia un castillo harto fuerte llamado Celenderi. Porque habiendo mezclado los socorros enviados por los príncipes cilicios con los fugitivos del campo, los soldados nuevos que dijimos y la chusma de sus esclavos y los de Plancina, los había dividido todos y ordenado en forma de una legión. Y llamándose legado de César, publicaba que no había sido echado de su provincia por las legiones, que antes bien le llamaban, sino por Sencio, el cual con falsas calumnias quería cubrir el odio particular. «Mostrémonos, decía, una vez en batalla, que no pelearán aquellos soldados en viendo á Pisón, llamado ya por ellos padre, pues fuera de que nos acompaña la justicia, no podemos tenernos por inferiores en las armas.» En esto tiende las escuadras delante los reparos del castillo en un collado pedregoso y peinado ceñido por la otra parte de la mar. Mostrábanse en contrario los soldados viejos de Sencio con buena ordenanza y sus acostumbrados socorros. De acá fortaleza de soldados, de allá aspereza de sitio; mas no ánimo, ni esperanza, ni apenas armas, sino rústicas y tomadas acaso. Venidos á las manos, no hubo en qué dudar sino hasta que las cohortes romanas subieron á lo llano: los Cilicios puestos en huída se encerraron en el castillo.

En este medio tentó Pisón, aunque en vano, de acometer la armada de Sencio que esperaba el suceso poco lejos de allí; y vuelto al castillo, desde los muros, ora lamentándose, ora llamando á los soldados por sus nombres, ora ofreciendo premios, procuraba encaminarlos á sedición; tal, que un alférez de la sexta legión se pasó á él con la bandera. Entonces Sencio, al sonido de los cuernos y trompetas, hace