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Cayo Cornelio Tácito.

y del oro, el número de las armas y caballos, el marfil y los aromas, dones de los templos; lo que cada nación pagaba de granos y de todos los muebles; cosas no menos magníficas que las que hoy en día se hacen pagar por fuerza los Partos y los Romanos por su potencia.

Quiso Germánico ver también las demás maravillas, de las cuales fueron las principales la estatua de piedra de Memnon, que, herida de los rayos del sol, resuena la semejanza de voz humana; las pirámides levantadas en forma de montes por la emulación de las riquezas de aquellos reyes, combatidas ahora del tiempo entre aquellas incultas y apenas practicables arenas; los lagos cavados para recibir las aguas que sobrasen de las corrientes del Nilo, y en otra parte las gargantas y aberturas impenetrables á quien se atreve á medirlas. De allí pasó á Elefantine y á Siene, término en otro tiempo del imperio romano, el cual se extiende hoy hasta el mar Bermejo (1).

Mientras Germánico iba entreteniéndose aquel verano por diferentes provincias, Druso ganó no poca reputación con alimentar las discordias de los Germanos, y roto ya Maroboduo, hacerlos perseverar hasta su total ruina. Había entre los Gotones un mozo noble llamado Catualda, el cual había sido echado antes de su propia tierra por Maroboduo, con cuya caída, entrado en esperanza de vengarse, entra con buenas fuerzas en los términos de los Marcomanos, y ganando las voluntades de los principales, inclinándolos á seguir su partido, toma por fuerza el palacio real y el castillo vecino á él, donde estaban las antiguas presas de los Suevos, y mucha gente de la que suele seguir los ejércitos, (1) Aluşión á las conquistas de Trajano en Arabia, Mesopotamía y África. Los antiguos extendían la denominación de mar Rojo hasta el Océano Índico. Orelli hace notar lo extraño que es que en ese itinerario tan detallado del viaje de Germánico, no haya Tácito hecho mención de Menfis, siendo así que Plinio y Amiano Marcelino hablan de la estancia de aquél en dicha ciudad.