Página:Los Anales de Cayo Cornelio Tácito. Tomo I (1890).pdf/128

Esta página no ha sido corregida
110
Cayo Cornelio Tácito.

con ruegos, aunque arrogantes, partiéndose con odio descubierto. De allí adelante iba raras veces Pisón tribunal del césar, y si asistía algunas, se mostraba colérico siempre y pronto á contradecir. Verificóse esto más en un banquete que hizo el rey de los Nabateos, que trayendo coronas de oro de gran peso al césar y Agripina, y ligeras á Pisón y á los otros, dijo «que aquella fiesta se hacía á un príncipe romano, y no á un hijo del rey de los Partos».

Dicho esto, arrojó la corona, y añadió otras palabras vituperando el exceso y superfluidad de aquel convite; cosas que, aunque ásperas, eran con todo eso sufridas de Germánico.

En esta ocasión llegaron embajadores de Artabano, rey de los Partos. Enviábalos para traer á la memoria y confirmar la amistad y la paz; ofreciéndose á venir hasta las riberas del Eufrates á visitar á Germánico; rogándole entretanto que no fuese tenido Vonón en Siria, para que con ocasión de estar tan cerca no pudiese solicitar con mensajeros á los grandes de su reino, moviéndoles los ánimos á novedades. Respondió Germánico magníficamente en lo tocante á la amistad de los Romanos con los Partos; y en cuanto á la venida del rey y de la honra que determinaba hacerle, habló con gran decoro y modestia. Vonón fué enviado á Pompeyopoli, ciudad marítima en la Cilicia, no tanto por los ruegos de Artabano, cuanto en despecho de Pisón, á quien era muy acepto por muchos cumplimientos y dones con que había sabido granjear la voluntad de Plancina.

Siendo cónsules Marco Silano y Lucio Norbano, fué Germánico á Egipto por ver aquellas antiguallas, aunque con voz de visitar la provincia; donde abiertos los trojes y graneros, fué causa de que bajase el precio del trigo; y usó de otras muchas cosas agradables al vulgo, como son, ir sin guardia de soldados, con los pies casi descubiertos y lo demás del vestido al uso griego, imitando á Publio Scipión