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Cayo Cornelio Tácito.

ciudad también por odios particulares, porque á ruego suyo no habían querido absolver á un cierto Teófilo, condenado de falsedad por el Areópago. De allí, con diligente navegación por las Cicladas y atajos marítimos, llegó á Rodas, donde halló á Germánico, advertido ya de la persecución que se le aparejaba; mas era tan benigno y de tan nobles entrañas, que sobreviniendo un temporal con que iba á dar en las peñas la nave de Pisón, pudiéndose atribuir al caso la muerte de su enemigo, envió las galeras por medio de las cuales fué librado de aquel peligro. No mitigado con esto Pisón, deteniéndose apenas un día, deja á Germánico y pasa adelante. Llegado á las legiones en Siria, comenzando con presentes y con inteligencias á levantar los ánimos de la hez de los soldados, removiendo los centuriones más viejos y los más severos tribunos por dar sus plazas á sus paniaguados y á los más ruines; introducida en las ciudades la licencia y la ociosidad en el ejército, dejando discurrir á los soldados por el país, con sólo el apetito por limite á sus desórdenes, llegó finalmente á tanta corruptela, que en común era llamado padre de las legiones.

Hasta Plancina, saliendo de los límites mujeriles, intervenía al manejo de los caballos, á los regocijos de las cohortes, y sobre todo al decir mal de Agripina y de Germánico; no faltándole muchos de los buenos soldados que se ofrecían á obedecerles en cualquiera maldad, por correr voz secretamente de que en ello agradarían al emperador.

Eran notorias todas estas cosas á Germánico; pero cuidó más en anticipar su viaje á los Armenios. Esta nación de toda antigüedad se ha mostrado siempre inconstante y de poca fe, no sólo por su naturaleza, sino también por la calidad de su sitio, que confrontando por largo espacio con muchas de nuestras provincias, se extiende hasta los Medos; con que hallándose rodeados de imperios poderosísimos, están de ordinario en contienda con los Romanos por aborrecimiento natural, y con los Partos por envidia