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Los anales.—Libro II.

Después de esto se levantó cierta contienda sobre el subrogar un pretor en lugar de Vipsanio Galo, difunto. Germánico y Druso, que todavía se hallaban en Roma, favorecían á Haterio Agripa, pariente de Germánico; muchos en contrario instaban que se tuviese consideración, como lo disponía la ley, al candidato que tuviese más número de hijos, alegrándose Tiberio de que el senado estuviese en contraste entre el favor de sus hijos y el de la ley, la cual, á la verdad, quedó vencida, aunque no tan presto y por pocos votos, á la manera que cuando valían las leyes lo solían ellas quedar también.

Tuvo principio este año la guerra contra Tacfarinas. Este, de nación númida, había militado entre los auxiliarios, entre los ejércitos romanos. Después, pasándose á los enemigos, comenzó á juntar vagabundos y ladrones; después, á uso de guerra, á ponerlos debajo de banderas y formar escuadras y tropas de caballos; á lo último, haciéndose llamar capitán de los Musulanos, gente vigorosa, vecina á los desiertos de África, no acostumbrada á poblar ciudades, tomó las armas y llevó á la guerra consigo á los Mauros cercanos con su capitán Mazipa. Dividido entre ellos el ejército, Tacfarinas llevaba los soldados escogidos y armados al uso romano, para instruirlos en la disciplina y obediencia, y Mazipa, con los armados á la ligera, iba matando, abrasando y poniendo terror. Había inducido á lo mismo á los Cinitios, nación de alguna cuenta, cuando Furio Camilo, procónsul de África, habiendo juntado una legión y las ayudas que tenía debajo de las banderas, fué á buscar al enemigo; fuerzas débiles, si se mirara al número de los Númidas y Mauros. Con todo eso no se temía sino que habían de huir sima piedra, que es como si dijese á doscientas millas, ya que éstas se señalaban con piedras llamadas del nombre de esta medida de longitud, que era de mil pasos, miliarias. Cayo Graco fué el primero que introdujo la costumbre de señalar de esta suerte las distancias.