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Los anales.—Libro XII.

de Corbulón, el cual, por corresponder á su fama, que es cosa que ayuda mucho en las nuevas empresas, apresurando su camino, encontró á Quadrato en Egea (1), ciudad de Cilicia. Habíasé adelantado Quadrato á recibirle allí, porque si acaso Corbulón entraba en Siria para entregarse de la gente asignada, no llevase tras sí los ojos de todos con la grandeza de cuerpo y magnificencia de palabras; siendo hombre que, á más de su experiencia y sabiduria, procuraba ganar el favor del vulgo hasta con la ostentación de semejantes vanidades.

Sin embargo, enviaron entrambos mensajeros á Vologeso, persuadiéndole á que escogiese antes la paz que la guerra, y á que, dados rehenes, continuase la acostumbrada reverencia y el antiguo respecto que sus antecesores solían tener al pueblo Y así Vologeso, ó por aparejarse á la guerra con más comodidad y juntar fuerzas iguales al enemigó, ó por ventura deseando apartar de sf con nombre de rehenes á los que tenía por sospechosos en el Estado, entrega á los Romanos todos los más principales de la familia Arsacida, recibidos del centurión Ostorio, enviado por Ummidio, que acaso se hallaba cerca de aquel rey, con quien había ido á tratar otros negocios anteriores.

Lo cual sabido por Corbulón, envió luego á Arrio Varo, prefecto de una cohorte, para entregarse de ellos. Nació de aquí contienda y malas palabras entre el prefecto y el centurión; mas por no hacerse espectáculo de aquellos extranjeros, convinieron en remitirse al arbitrio de los mismos rehenes y de los embajadores que los llevaban; los cuales, por la reciente gloria de Corbulón y por una cierta inclinación para con él hasta en sus enemigos, le prefirieron á Ummidio; de que se movió discordia entre los generales, (1) Ciudad marítima de la Cilicia, no lejos de Iso. Créese que debió estar situada donde está hoy el fuerte de Arás, en el golfo de Alejandreta.