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Los anales.—Libro XII.

raba con las legiones, por si los Catos, con deseo de vengarse, diesen ocasión para venir á la batalla. Mas ellos, por temor de no ser cogidos por una parte de los Romanos y por otra de los Queruscos, con quien están en perpetua guerra, enviaron embajadores y rehenes á Roma, y á Pomponio (1), de quien no quedó otra fama á sus sucesores sino de gloria de poesía, fué decretado el honor triunfal.

Por el mismo tiempo Vanio, á quien Druso César había hecho rey de los Suevos, fué echado del reino, habiendo sido muy estimado antes y amado de sus súbditos; mas aumentándole la soberbia la duración del dominio, ellos mismos le hicieron traición, tanto por haberse hecho aborrecer de sus vecinos, como por las discordias domésticas.

Fueron los autores Vibilio, rey de los Hermonduros, y Vangión y Sidón, sobrinos del mismo Vanio, hijos de una hermana suya. Y Claudio, aunque rogado diversas veces, no quiso poner sus armas entre las discordias de aquellos bárbaros; sólo prometió á Vanio seguro refugio cuando quedase vencido. Escribió con todo eso á Publio Atilio Histro, gobernador de Panonia, que alojase una legión y el mayor golpo de gente auxiliaria que pudiese escoger de la provincia sobre la ribera del Danubio, por socorro de los vencidos y espanto de los vencedores; para que, ensoberbecidos en los sucesos prósperos, no se atreviesen á perturbarnos nuestra paz; visto que de cada día iban bajando grandes fuerzas y multitud de Ligios y otras naciones á la fama de aquel reino lleno de riquezas, aumentadas en espacio de treinta años por Vanio con ladronicios y tributos. Las fuerzas de Vanio consistían en gente de á pie de sus vasallos: la caballería que le servía eran Sarmatas Jacigios, muy inferiores á la cantidad de los enemigos, á cuya causa había determinado de retirarse á las fortalezas y alargar la guerra.

Mas los Jacigios, impacientes de estar cercados, co(1) Fué poeta trágico.