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Los anales.—Libro XII.

el tiempo y convertirse después en traiciones, para cuyo remedio convenía darse prisa por acabar lo comenzado.

Fué menospreciado este consejo por engaño de Acbaro, habiendo entretenido en la ciudad de Edesa muchos días al incauto Meherdates, el cual tenía á los regalos y vicios por el colmo de su grandeza. Y así llamado de Carhenes, que prometía con solo usar diligencia todas las cosas en su favor, marchó, no por el camino derecho de Mesopotamia, sino torcido por la vía de Armenia, impracticable en aquella sazón por ser á la entrada del invierno, tal que trabajados de las nieves y de los montes, al calar últimamente en las llanuras, se juntaron con Carhenes.

Pasado tras esto el río Tigris, llegaron á los Adiabenos, cuyo rey Jazates, sobre tener hecha pública confederación con Meherdates, secretamente se inclinaba con mayor fe á Gotarces. Tomóse de paso con todo esto la ciudad de Nino, antiguo asiento de los reyes de Asiria, y el castillo de Arbela, famoso por la última batalla entre Alejandro y Darío, con la cual feneció la grandeza de los Persas. Entretanto, hacía Gotarces en el monte llamado Sambulo votos á los dioses de aquel lugar, el más reverenciado de los cuales es Hércules. Este suele en ciertos tiempos advertir en sueños á los sacerdotes que pongan cerca del templo caballos aderezados para ir á caza. Los caballos en poniéndoles las aljabas llenas de todo género de flechas, discurriendo sueltos por aquellos bosques, las tornan á la noche vacías, volviendo ellos ijadeando y llenos de sudor. Entonces el mismo Hércules, apareciéndoles en sueños también la siguiente noche, les avisa de los bosques por donde han corrido, y saliendo ellos, hallan por todas partes el destrozo y matanza de las fieras.

Mas Gotarces, no teniendo aún reforzado bastantemente su ejército, se servía por reparo del río Corma. Y aunque los enemigos le provocaban cada día á la batalla por embajadas y motejándoles de cobardes, él se andaba entrete-