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Los anales.—Libro XVI.

que iban á visitarle, atendiendo él particularmente á Demetrio, hombre docto y de la secta cínica, con el cual, por lo que se podía conjeturar de las acciones del rostro y de algunas palabras que se oyeron por haberlas dicho en voz más alta, iba discurriendo de la naturaleza del alma y de la separación que hace el espíritu del cuerpo; hasta que, llegado Domicio Ceciliano, uno de sus mayores amigos, le refirió la deliberación del senado; y comenzando á llorar todos los que se hallaban presentes, Trisea les persuadió á partirse luego de allí por no mezclar su fortuna con la desdicha del condenado. Y queriendo su mujer Arria morir con él y seguir el ejemplo de su madre Arria (1), la ruega que conserve la vida, por no privar de aquel único socorro y amparo á la hija común.

LOB ANALES.—LIBRO XVI.

Entonces, saliendo á los corredores de su casa, le halló allí el cuestor harto alegre por haber entendido que á su yerno Helvidio no le daban otra pena que desterrarle de Italia. Y recibiendo después el decreto del senado, lleva consigo al aposento donde dormía á Helvidio y á Demetrio, donde extendiendo entrambos brazos, después que comenzó á salir la sangre, derramándola por el suelo, y llamando al cuestor que se llegase más cerca: «Sacrifiquemos, dijo, á Júpiter librador. Y tú, mozo, advierte, no plegue á los dioses que yo diga esto con mal agüero tuyo, que has nacido en tal tiempo que es necesario fortalecer el ánimo con (1) Arria, suegra de Trasea, era mujer de Peto Cecina, el cual tomó parte en el levantamiento de Escriboniano contra Claudio. Condenado á darse la muerte, preparábase á ella, cuando hiriéndose la primera su esposa, le alargó el ensangrentado puñal que acababa de arrancarse del pecho, diciéndole: «Toma, eso no hace daño.» Marcial echó á perder esta expresión, casi sublime, creyendo acaso mejorarla cuando pone en boca de Arria las siguientes palabras: ......vulnus quod feci non dolet, inquit, sed tu quod facies, hoc mihi, Pæte, dole.

Tomo II.
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