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Los anales.—Libro XVI.

como procedidas de alguna deidad tan eficaz, que pueda la grandeza de este milagro mover hasta el ánimo fiero del mismo Nerón. Y cuando demos que persevere en su crueldad, ¿quién ignora que no diferenciarán nuestros descendientes con otra cosa la muerte generosa y noble de la infame y vil, que con la bajeza de los que supieren que acabaron con silencio?»» Al contrario, los que eran de parecer que debía esperar el suceso en su casa, cuanto á la persona de Trasea decían lo mismo: «mas que yendo se ponía en manifiesto peligro de padecer mil afrentas y vituperios, de que era bien apartar los oídos un hombre tan grave como Trasea: que no eran solos Cosuciano y Eprio los que estaban prontos á ejecutar contra él cualquier maldad, pudiéndose creer que no faltaría quien se atreviese á ponerle las manos y herirle; pues hasta los buenos, llevados del temor, suelen seguir la Bereza y crueldad del mal príncipe: que antes debía, para quitarle al senado, por cuya reputación había mirado siempre, la ocasión de poder incurrir en tan vil hazaña, dejar en duda lo que hubiera resuelto después de ver á Trasea como culpado delante de sí: que eran muy vanas esperanzas las que se fundaban en que pudiese Nerón avergonzarse de sus maldades; debiéndose antes temer que aquello mismo serviría de moverle á ejercitar nuevas crueldades contra su mujer, contra su familia y contra sus prendas más caras. Y que así, sin sufrir ultrajes ni afrentas, procurase seguir en la muerte la gloria de aquellos cuyas pisadas y estudios había seguido en la vida.» Estaba presente á este consejo Rustico Aruleno (1), mozo ardiente espf(1) Era pretor cuando tuvo lugar en las calles de Roma el sangriento combate entre los dos bandos de Vitelianos y Flavios. Fué muerto en tiempo de Domiciano por haber escrito una vida de Trasea. y el defator Régulo, no contento con haber contribuido á su desgracia, insultaba su memoria llamándole en un escrito público mano de los estoices.