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Cayo Cornelio Tácito.

ofensas del príncipe, que en particular sintió que se encargase de abrir el puerto de Efeso, y que dejase sin castigo á los vecinos de la ciudad de Pérgamo de la violencia que cometieron contra Acrato, liberto de César, impidiéndole el llevarse todas las estatuas y pinturas que en ella había; aunque el delito que más se le acriminaba era la amistad de Plauto, y la ambición con que había procurado granjear el favor de la provincia para nuevas esperanzas. Escogióse para hacer estas condenaciones el tiempo en que Tiridates había de entrar en Roma para recibir el reino de Armenia, porque con aquel rumor de cosas extranjeras se disimulasen mejor las maldades de casa; si ya no lo hizo Nerón para dar muestras de su grandeza imperial con la muerte de dos varones tan insignes, como con una hazaña digna de reyes y de monarcas.

Concurriendo, pues, toda la ciudad á recibir al príncipe y á ver al rey, se le prohibió á Trasea el salir al recibimiento; mas no por esto se perdió de ánimo, antes hizo un memorial á Nerón pidiéndole declarase lo que se le imputaba, y ofreciendo justificarse si se le daba noticia de las culpas y tiempo de defenderse. Tomó Nerón muy aprisa el memorial, creyendo que Trasea, medroso de lo que se trataba contra él, diría alguna cosa que redundase en gloria del príncipe y en mengua de su reputación; y como esto no le salió según se imaginaba, temiendo el rostro, el espíritu y la libertad de este varón inocente, manda juntar los senadores. Consultando entretanto Trasea con sus parientes y amigos si debía tentar ó dejar la defensa, los halló de vario parecer.

Los que alababan el ir al senado, decían: «que estaban seguros de su constancia, y tenían por cierto que no diría cosa que no le pudiese servir de aumento de gloria. Los viles y tímidos, decían éstos, se encierran y esconden para morir. Vea el pueblo á un hombre que sale á recibir á la muerte: oiga el senado sus palabras más que humanas y