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Los anales.—Libro XVI.

se leen con mayor atención en las provincias y en los ejércitos, sólo por saber lo que ha hecho ó dejado de hacer Trasea. O pasémonos nosotros á sus leyes, si son mejores, ó quítese la ocasión y la cabeza á tantos como hay deseosos de novedades. Esta secta también en la antigua república engendró los odiosos nombres de Tuberones y de Favonios (1). Estos, para arruinar el imperio, se sirven del nombre de libertad; y si salen con la suya, darán también con la libertad en tierra. En vano te has quitado de delante á Casio, si sufres que crezcan y cobren vigor los émulos de Bruto. Finalmente, no deliberes ni escribas tú cosa alguna de Trasea, sino deja que lo alterquemos nosotros en el senado.» Alaba Nerón el ánimo airado de Cosuciano, y añadele por compañero para seguir la acusación á Marcelo Eprio, hombre de mordaz y aguda elocuencia.

En tanto Ostorio Sabino, caballero romano, había ya acusado á Burea Sorano por cosas de su proconsulado de Asia: en el cual con su industria y entereza aumentó el enoje y (1) «Q. Elio Tuberón, dice Cicerón, Brut. 31, no sólo practicaba en toda su severidad los principios de la fisolofía estoicasino que los llevaba hasta la exageración. Su lenguaje era como sus costumbres, duro, austero y descuidado, y por lo tanto, no pudo alcanzar la gloria á que llegaron sus antepasados. Por lo un y y uno de los más constantes alversarios de los Gracos.)) El mismo (icerón refiere en su arenga, pro Murena, que habiéndose encargado á Tuberón que hiciese los preparativos para un convite funerario que daba Q. Maximo al pueblo en honor de Scipión Africano, dispuso que las camas, de una forma común, estuviesen cubiertas con pieles de macho cabrio, y mandó servir la comida en vajilla de barro. Tan intempestiva economia desagradó al pueblo, y ese hombre integro, excelente ciudadano, nieto de l'aulo Emilio y sobrino del Africano, se vió desairado al pretender la pretura, á causa de sus pieles de macho cabrio: adinis pelliculis pratura disjectus est.—Favonio, amigo de Catón, se gloriaba de imitar en todo á ese Ronano de una virtud tan rigidla, y muchas veces no hacia más que exagerar sus principios de una manera más perjudicial que útil á la causa de la libertad.