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Cayo Cornelio Tácito.

y descuido se mostraban más libres y disolutes, tanto se recibían y solemnizaban con mayor gusto. Pero, sin embargo de esto, cuando fué procónsul de Bitinia y después cónsul, dió buena cuenta de sí, y se mostró vigilante en los negocios públicos. Vuelto después á los primeros vicios 6á su imitación, fué recibido de Nerón por uno de sus más intimos familiares, para ser árbitro y juez de las galas y términos cortesanos; no teniendo Nerón por gustoso ni agradable en aquella gran abundancia y avenida de vicios sino sólo aquello que aprobaba Petronio; de donde tuvo origen el aborrecimiento de Tigelino, como contra émulo y competidor suyo, y más privado que él en las materias deleitosas y sensuales. Tigelino, pues, tomó para derribarle el camino de la crueldad del príncipe, inclinación á que se rendían en él todas las demás, imputando por delito á Petronio la amistad que había tenido con Cevino, y sobornando á uno de sus esclavos para que sirviese de acusador.

Con esto, por quitarle la comodidad de defenderse, hizo arrebatar la mayor parte de su familia y ponerla en estrechas prisiones.

Acaso había ido César aquellos días á la provincia de Campania, y llegando Petronio hasta Cumas, fué detenido allí; y aunque tomó luego resolución de no sufrir más las dilaciones en que le tenian el temer y la esperanza, no quiso dejar la vida precipitadamente, antes haciéndose abrir las venas y vendar después para poderlas soltar á su voluntad, se estaba en conversación con sus amigos, tratando, no de cosas graves ni cuales se suelen decir para ganar fama de constancia, antes en vez de gustar que le tratasen de la inmortalidad del alma y de las opiniones de los sabios, oía con gusto poesías insustanciales y versos fáciles y leves.

De sus esclavos á unos hizo dar dineros y á otros azotes.

Paseóse por las dejóse después vencer del sueño para que su muerte, aunque forzada, tuviese semejanza de fortuita. No quiso en sus codicilos, como habían hecho mu-