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Cayo Cornelio Tácito.

Ella, vuelta á su padre, le advierte que despida de sí toda esperanza, y le exhorta á disponer el ánimo y usar de la necesidad. Avísanle después que se había remitido el conocimiento de la causa al senado, y que se esperaba una cruel sentencia. Y no faltó quien le persuadiese á que dejase heredero á César de la mayor parte de sus bienes, paraasegurar de esta manera el resto á sus nietos. Mas él, dando de mano á este consejo, por no manchar su vida pasada hasta allí poco menos que en libertad con hacer al fin de ella este acto tan bajo y servil, da á sus esclavos todo el dinero de contado con que se hallaba, y manda que de los muebles y alhajas de casa se lleve cada uno lo que pudiese dejando solamente tres camillas en que poder hacer con sus cuerpos los últimos eficios. Entonces en el mismo aposento y con un mismo hierro se abren todos tres las venas; y cubriéndose cada uno de ellos con sus vestidos todo lo que era necesario para conservar su honestidad, se hacen meter en baños de agua caliente, y mirando el padre á la hija, la abuela á la nieta y ella á entrambos, pedían al cielo á porfía unos de otros les concediese el acabar de arrancar el alma, que ya poco a poco se les iba despidiendo, antes que los suyos, para consolarse siquiera con dejarlos vivos, aunque por tan breve espacio como el que podía dilatárseles la muerte. Observó en esto la fortuna el orden de naturaleza, espirando primero el más viejo y siguiendo los otros por su ancianidad. Acusáronlos después de enterrados, y decretóse que fuesen castigados conforme á la costumbre de los antiguos. Mas interponiendo Nerón su autoridad, se moderó el decreto, concediéndoles que escogiesen la manera de muerte que les diese gusto. Tales eran las burlas y escarnios que se añadían á los consumados y públicos homicidios.

Publio Galo, caballero romano, por haber sido estrecho amigo de Fenio Rufo y no enemigo de Vetere, fué condenado en destierro con la ordinaria prohibición d fuego y