Página:Los Anales de Cayo Cornelio Tácito. Tomo II (1891).pdf/234

Esta página no ha sido corregida
228
Cayo Cornelio Tácito.

entonces cuidado alguno de apetecer cosas honestas, incitando al principio y después reprendiendo la larga dilación de los conjurados, á lo último enfadada de tanta flema, y — hallándose en la provincia de Campania, imaginó en corromper y llevar á su opinión á los principales de la armada de Miseno, comenzando así á urdir su tela. Había en aquellas galeras un tribuno llamado Volusio Proculo, uno de los ministros que se hallaron en la muerte de Agripina, madre de Nerón, mal satisfecho á su parecer por no haber recibido de él recompensa proporcionada con tan gran maldad.

Este, ó conocido antes de la mujer, ó admitido de nuevo á su amistad, mientras le descubre sus grandes méritos y la cortedad de los premios recibidos, añadiendo quejas y mostrando firme propósito de tomar venganza siempre que se le ofreciese comodidad, dió esperanzas á Epicaris de inducirle con facilidad á sus designios y de que traería consigo á otros muchos. Era grande el favor que podía dar la armada para conseguir estos intentos, por ofrecerse en ella muy á menudo grandes ocasiones de ejecutarlos, deleitándose mucho Nerón en pasear aquel pedazo de mar que hay entre Puzol y Miseno. Epicaris, pues, le cuenta todas las maldades del príncipe, y le dice «que aunque el senado cuidaba bastantemente de un negocio de tanto peso, y tenía ya resuelto el modo de hacer pagar á Nerón la pena merecida por la ruina de la república, hacía con todo eso él muy bien en meterse á la parte de aquella empresa, y más si procuraba llevar á su opinión algunos valerosos soldados; y que no dudase de que sacaría digna remuneración por tan gran servicio». Callóle con todo eso los nombres de los conjurados, cosa que hizo desvanecer el aviso de Proculo, aunque refirió á Nerón todo lo que de esta mujer había entendido, porque, llamada Epicaris y careada con él, le confundió con facilidad, faltando testigos con quien comprobar el indicio. Fué con todo eso detenida en la cárcel, creyendo Nerón que no eran del todo falsas aquellas