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Cayo Cornelio Tácito.

autor de una cosa de que se encargaron tantos: la constancia que tuvieron hasta la postre mostró que Subrio Flavio, tribuno de una cohorte pretoria, y Sulpicio Aspro, centurión, fueron los que se mostraron más prontos; y Lucano Aneo y Plaucio Laterano, nombrado para cónsu', trajeron consigo al trato más vivos y crueles aborrecimientos contra Nerón. Lucano, encendido de causas suyas particulares, porque impedía Nerón la fama de sus versos (1), vedándole por vana emulación el publicarlos; y Laterano, sin mostrar queja de alguna injuria, sino sólo por el bien de la patria. Mas Flavio Cevino y Africano Quinciano, entrambos senadores, se encargaron de dar principio á tan gran hazaña, muy contra la opinión en que generalmente eran tenidos. Porque Cevino, como hombre de ánimo remiso y para poco, rendido del todo á sus deleites, vivía una vida floja y soñolienta; y Quinciano, infamado de haber usado mal de su cuerpo, reprendido de ello por Nerón con ciertos versos llenos de oprobio y vituperios, iba con esta ocasión procurando su propia venganza.

Estos, pues, mientras discurren entre sí y con otros amigos de las maldades del príncipe, de la cercana ruina del imperio, y que convenía elegir otro que amparase el Estado y le defendiese de tan eminente peligro, agregaron al número de los conjurados á Tulio Seneción, Cervario Proculo, Vulcacio Ararico, Julio Tugurino, Munacio Grato, Antonio Natal y Marcio Festo, caballeros romanos; de los cuales Seneción, á causa de la estrecha familiaridad que había tenido con el príncipe, por quedarle todavía una (1) No obstante, después de su muerte permitió que se publicasen y leyesen, como parece indicarlo la siguiente inscripción: M. ENNEO LUCANO CORDUBENSI POETE BENEFICIO NERONIS FAMA SERVATA.

(N. de la E. E.)