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Los anales.—Libro XV.

Viéronse arrojados en público partes humanas y de animales con dos cabezas; y lo mismo se vió en los sacrificios en que es costumbre que las bestias que se sacrifican sean hembras y estén preñadas. En el territorio de Plasencia, junto al camino, nació un becerro que tenía la cabeza en una pierca. Interpretaron luego los adivinos arúspices que se aparejaba otra cabeza para el imperio del mundo; inas que no sería poderosa, ni vendría secreta; lo primero porque el monstruo había sido reprimido en el vientre de su madre, y lo segundo porque había nacido junto al camino.

Entrados después de esto en su consulado Silio Nerva (1) y Atico Vestino, comenzó y se aumentó juntamente una conjuración contra el príncipe en que á porfía se escribían senadores, caballeros, soldados y hasta mujeres; tanto por aborrecimiento contra Nerón, como por la voluntad y amor que tenían todos á Cayo Pisón. Éste, descendiente del linaje de los Calpurnios, y abrazando con la nobleza paterna muchas familias principales, gozaba para con el vulgo de esclarecida fama por sus virtudes verdaderas ó aparentes; porque él ejercitaba su elocuencia en defender causas de ciudadanos, daba con liberalidad á sus amigos, y era apacible en la conversación y en el trato hasta con los que no conocía. Tenía también grandes dones naturales, gentileza de cuerpo y hermosura de rostro; mas estaba muy lejos de poseer gravedad de costumbres y de saberse ir á la mano de los deleites y pasatiempos; dándose demasiadamente al regalo y magnificencia, y algunas veces al vicio deshonesto. Eran con todo eso agradables estas cosas á muchos, especialmente á los que en tiempos tan relajados temían un gobierno apretado y demasiado severo.

No fué motivo de Pisón ni deseo que tuviese de reinar el dar principio á la conjuración, ni sería fácil hallar el (1) De los fastos y lápidas consta que éste se llamaba Silano Nerva.—N. de la E. E.

TO MO II.

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