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Los anales.—Libro XV.

al través de los montes, sin que en todo aquello hubiese otra humedad capaz de producir las aguas necesarias para ello, sino las lagunas Pontinas, siendo todo lo demás tierra seca, despeñaderos tan grandes, que cuando se pudiera romper por ellos, fuera el trabajo insufrible y el provecho ninguno. Mas con todo eso Nerón, como deseoso que era de cosas imposibles, insistió en hacer cortar las cumbres de aquellos montes vecinos al lago Averno; y aun hoy en día quedan los vestigios de aquellas sus vanas esperanzas.

Pero las casas abrasadas del fuego no se reedificaron sin distinción y acaso, como se hizo después del incendio de los Galos, antes se midieron y partieron por nivel las calles, dejándolas anchas y desavahadas, tasando la altura que habían de tener los edificios, ensanchando el circuito de los barrios y añadiéndoles galerías ó soportales que guardasen el frente de los aislados. Estas galerías prometió Nerón que fabricaría á su costa, y que entregaría á los dueños los solares limpios y desembarazados, y señaló premios, conforme á la calidad y hacienda de los que edificaban, con tal que se acabasen las casas y aislados dentro del término establecido por él. Mandó que las calcinadas y despojos de aquellas ruinas se echasen en las lagunas de Ostia, y que lo cargasen y llevasen allá los navíos que habían subido por el Tíber cargados de trigo. Ordenó también que en ciertas partes se hiciesen los edificios sin trabazón de vigas y otros enmaderamentos, rematándolos con bóvedas hechas de piedra de Gabi y de Alba, las cuales resisten valerosamente al fuego. Y para que el agua de las fuentes, que hasta allí se divertía mucha parte de ella en uso de particulares, pudiese abundar más en beneficio público, puso guardias para que pudiesen todos tener más á la mano la ocasión de reprimir el fuego en semejantes desgracias. Mandó también que cada casa fabricase con paredes distintas y propias, y no en común con las del vecino. Todas estas cosas hechas por el útil, ocasionaron también grande hermosura