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Cayo Cornelio Tácito.

daron enteras, tres asoladas del todo, y en las otras siete poquísimas casas, y esas sin techos y medio abrasadas.

No se puede decir con certidumbre el número de las casas, de los barrios aislados y templos que perecieron; mas es cosa cierta que de antiquísima religión se abrasaron: los que Servio Tulio dedicó á la Luna; el templo grande y altar que Evandro de Arcadia consagró á Hércules vivo y presente entonces; el templo de Júpiter Estator, hecho por voto de Rómulo; el palacio de Numa y el templo de Vesta, con los propios dioses penates del pueblo romano. Quemáronse también las riquezas ganadas con tantas victorias, las obras admirables de los Griegos, las memorias antiguas y trabajos insignes de aquellos buenos ingenios, y otras cosas semejantes conservadas hasta allí sanas y enteras, á muchas de las cuales lloraban los más viejos como incepa ces de remedio, aun después de haber visto la grandeza con que Roma volvió á resucitar. Notaban algunos que este incendio comenzó el día de los diez y nueve de Julio, en el cual, muchos años antes, los Galos Senones tomaron y quemaron á Roma; otros más curiosos contaban tanto número de años como de meses y días entre el un incendio y el otro.

Mas Nerón, sirviéndose de las ruinas de la patria, fabricó una casa, en que no se admiraban tanto las piedras preciosas y el oro, cosas muy usadas ya de antes y hechas comunes por la gran prodigalidad y vicio de Roma, cuanto las campañas, los estanques, y como en forma de desiertos de una parte bosques, y de otra espacios de tierra descubiertos apaciblemente á la vista; siendo los trazadores y arquitectos de estas obras Severo y Celere, hombres de tal ingenio y de tan gran atrevimiento, que emprendían el dar con su arte lo que había ganado la misma naturaleza, y burlarse del poder y fuerzas del príncipe. Estos habían ofrecido el abrir un foso navegable desde el lago Averno hasta las bocas del Tiber, trayéndole por la seca.costa, ó