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Los anales.—Libro XV.

músicas y voces, resplandeciendo todo con hachas; y el mismo Nerón, discurriendo aquellos días y revolcándose á sus anchuras por todo género de vicio y sensualidad natural y contra natura, no le faltó otra cosa por cometer para calificarse por el más abominable de todos los hombres, que la que hizo pocos días después casándose públicamente en calidad de mujer con uno de aquel nefando rebaño, llamado Pitágoras, y usando de todas las solemnidades y ceremonias que se suelen hacer en los casamientos. En éste se le puso al Emperador el velo llamado flameo (1): viéronse los agoreros auspices, señalóse dote á la novia, aparejóse la cama á los desposados, encendiéronse las hachas con los ritos que se acostumbran en las bodas, y juntamente se vió en él todo aquello que hasta en los casados verdaderos suele encubrir la noche.

Siguióse después en la ciudad un estrago, no se sabe hasta ahora si por desgracia ó por maldad del príncipe, porque los autores lo cuentan de entrambas maneras (2), el más grave y el más atroz de cuantos han sucedido en Roma por violencia de fuego. Salió de aquella parte del Circo que está pegada á los montes Palatino y Celio, donde comenzó á prender en las tiendas en que se venden aqueIlas cosas capaces de alimentarle. Hizose con esto tan fuerte y poderoso, que con mayor presteza que el viento que le ayudaba, arrebató todo lo largo del Circo: porque no había allí casas con reparos contra este elemento, ni templos cercados de murallas, ni espacios del cielo abierto que se opusiesen al impetu de las llamas; las cuales, discurriendo (1) velo nupcial que llevaban las mujeres romanas el día de su casamiento Era de color amarillo obscuro y brillante como la llama, de cuya circunstancia traía su nombre, y de dimensiones bastante grandes para cubrir toda la persona desde la cabeza á los pies.—LUCAN., 11, V. 361.

(2) Tácito refiere con cierta desconfianza la opinión que atribuia al Emperador el incendio de Roma. Suetonio es más explícito, y Dion ('asio lo da como cosa cierta. A pesar de todo, sin embargo, el hecho es dudoso.