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Cayo Cornelio Tácito.

de hacerse ver en los tablados públicos, habiendo ya eantado en casas, en jardines y en los juegos juveniles, menospreciaba estos lugares como poco frecuentados, y estrechos para el concurso que merecía tan excelente voz, y teniendo todavía un no sé qué de empacho de comenzar en Roma, escogió á Nápoles, como á ciudad griega, para que pasando de allí en Acaya, y ganadas las insignes coronas del canto, tenidas antiguamente por sagradas, pudiese después de haber adquirido mayor fama incitar á hacer lo mismo á los ciudadanos de Roma. Y así, habiéndose juntado el pueblo de aquella ciudad y los que de las coloniasy municipios vecinos había llamado la fama de tan gran fiesta, junto con los que le seguían, ó por honrarle ó por otros negocios, y finalmente, los manípulos enteros de soldados, hinchen el teatro de Nápoles.

Acaeció allí un caso, á juicio de muchos de mal agüero, aunque al de Nerón muy venturoso, y sucedido por providencia divina; porque en saliendo el pueblo del teatro, vino al suelo todo aquel edificio sin hacer daño alguno. Por lo cual Nerón, componiendo canciones á este propósito, dió gracias á los dioses, celebrando la buena fortuna de aquel acaecimiento. Y después, encaminándose para pasar el mar Adriático, se entretuvo en Benevento, donde Vatinio celebraba una solemnísima fiesta de gladiatores. Era Vatinio uno de los sucios monstruos de aquella corte: su origen fué ser aprendiz y hechura de un zapatero, su cuerpo torcido y contrahecho, y sus donaires viles y abufonados. Al principio fué recibido en palacio para injuriar y morder á todos con sus gracias maliciosas, y después llegó á poder y valer tanto por el camino de acusar y malsinar á todo hombre de bien, que en privanza con el príncipe, en riquezas y en autoridad para hacer mal se la ga naba aun á los más perversos de aquella escuela.

Hallándose, pues, Nerón en las fiestas que le hacía Vati nio, ni aun entre los deleites y pasatiempos cesaba de cor