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Cayo Cornelio Tácito.

sólo se le prohibió á Trasea, y que recibió él aquella afrenta con ánimo entero y sosegado, aunque la conoció bien y la tomó por verdadero anuncio de la muerte que ya se le acercaba: aunque se dijo después que César se había alabado con Séneca de haberse reconciliado con Trasea, y que Séneca le había dado las gracias por ello: tal, que á los hombres ilustres y señalados en la república les venía de una misma causa el peligro y la reputación.

Entretanto, al principio de la primavera llegaron á Roma los embajadores de los Partos con las comisiones de Vologeso, y cartas en la misma sustancia, donde decía: «que dejaba ahora el Rey de tratar de las cosas dichas y alegadas otras veces sobre la posesión de Armenia; pues que los dioses, como soberanos y absolutos jueces de todas las naciones, por poderosas que fuesen, habían puesto en posesión de ella á los Partos, no sin ignominia del pueblo romano. Que poco antes habían tenido encerrado á Tigranes, y después pudiendo oprimir á Peto con las legiones, las había dejado ir libres y salvas; dando á un mismo tiempo bastantes muestras de su poder y de su blandura y mansedumbre. Que Tiridates no rehusara el venir á tomar la corona á Roma si no le detuviera la religión del sacerdocio que administraba. Mas que con todo eso iría á las insignias y estatuas del príncipe, donde en presencia de las legiones tomaría la investidura y administración del reino.» Oldas estas cartas de Vologeso, porque Peto había escrito diferentemente, como si las cosas estuvieran en buen estado, se preguntó al centurión que había venido con los embajadores «en el término que quedaba lo de Armenia.

Respondió que habían salido de ella todos los Romanos».

Entendido entonces el menosprecio y escarnio con que aquellos bárbaros pedían lo que habían ya usurpado, juntando Nerón á consejo los principales de la ciudad, sobre cuál era mejor, la guerra con peligro ó la paz con deshonra, se resolvió la guerra; y porque no se errase segunda vez por