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Los anales.—Libro XV.

tristeza se igualaban en un punto con los largos deseos de los verdaderos padres. Hizose por esta causa un decreto en el senado, que la adopción fingida no aprovechase de ninguna manera para obtener cargos públicos, ni aun para heredar en virtud de ella.

Después de esto fué acusado Claudio Timarco, natural de Creta, de aquella suerte de delitos de que lo suelen ser los hombres más poderosos y ricos de las provincias, á quien su sobrada riqueza les induce más fácilmente á la opresión de los menores. Ofendióse gravemente el senado de ciertas palabras que dijo: «Que estaba en su mano hacer que se diesen ó se dejasen de dar gracias en el senado por el buen gobierno de los procónsules de Creta.» Y sirviéndose de esta ocasión Peto Trasea para el bien público, después de haber votado que el reo fuese echado de su patria, añadió estas palabras: «Probado está ya con larga experiencia, »padres conscriptos, que las buenas leyes y honrados ejemplos nacen entre los buenos de los delitos de otros »que no lo son. Asi, la libertad de los oradores produjo la »ley Cincia; la ambiciosa negociación de los pretendientes las leyes Julias, y la avaricia de los magistrados las orde»nanzas llamadas Calpurnias (1). Porque la culpa precede »á la pena, como el pecado á la corrección. Tomemos, »pues, contra la nueva soberbia de los provinciales un par»tido digno de la fe y de la constancia romana; con el cual, »sin derogar á la protección y defensa de los confedera»dos, se acabe entre nosotros la opinión que se tiene de »que la estima y calificación de nuestras personas la pue»den hacer otros que nuestros propios ciudadanos.

(1) La primera ley contra los cohechadores fué promulgada por el tribuno L. Calpurnio Pisón, en el año 605 de Roma; por ella se daba á los habitantes de las provincias el derecho de pedir en Roma la restitución de las sumas arrancadas por cohecho por los magistrados, y se estableció un tribunal permanente Quaestio perpetua) para entender en esos asuntos.