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Cayo Cornelio Tácito.

con engaño, y que no era bastante á sostener el peso; aunque los que se arriesgaron á servirse de él le hallaron harto firme y seguro.

Cierta cosa es que á los sitiados les sobró tanto trigo, que á su partida quemaron los graneros del campo; y en contrario dejó escrito Corbulón (1) aque los Partos padecían notablemente de vituallas, y que en habiendo consuImido los pastos, hubieran sin duda levantado brevemente el sitio: á más de que no se hallaba él más lejos que tres jornadas. Y añadió más, que Peto había ofrecido con juramento que hizo sobre las banderas, en presencia de los diputados que el Rey había enviado por testigos de aquel acto, que ningún romano entraría en Armenia antes que llegasen cartas de Nerón sobre el aprobar la paz.» Mas así como estas cosas se inventaron para crecer la infamia, así es cierto que fueron verdaderas todas las demás; es á saber, que Peto caminó en un día trece leguas, dejando por el camino desamparados los heridos, espanto no menos vergonzoso que si en el ardor de la pelea hubieran vuelto las espaldas. Corbulón, que con sus gentes los encontró á la ribera del Eufrates, no hizo ninguna seña! con las armas ni con las banderas de darle en rostro, ni afrentarle con la diversidad de sus fortunas; antes mostrándose todas las compañías tristes y llenas de compasión por la infelicidad de sus compañeros, no podían detener las lágrimas, tal, que apenas con el llanto se pudieron saludar unos á otros. Cesaba del todo la competencia del valor y ambición de gloria, afectos de hombres dichosos; teniendo entonces lugar solamente la misericordia, y más entre los menores. Pasaron entre sí los capitanes pocas palabras, doliéndose Corbulón de haberse apresurado y tomado tanto trabajo en (1) Lipsio cree que Corbulón escribió los comentarios ó la historia de estas guerras. Lo cierto es que Plinio le cuenta entre los escritores.—N. de la E. E.