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Los anales.—Libro XV.

implacable con los que no vencían; y junto con esto, visita y exhorta á sus legiones, acordando los hechos pasados y mostrando la nueva ocasión de gloria que se les aparejaba; porque no tenían ahora por premio las villas y ciudades de los Armenios, sino los alojamientos romanos, con dos legiones en ellos. «Si á cualquier soldado particular, decía él, que salva en la guerra á un ciudadano romano, suele darle el general la más noble corona, ¿qué tal será la honra que ganaréis, no siendo menor el número de los que recibirán la vida de vuestras manos que el de vosotros que se la habéis de dar?» Confortados y animados todos con estas ó semejantes razones, y muchos, movidos también del amor y del peligro en que sabían estar sus hermanos y parientes, marchaban de día y de noche sin hacer alto; y por esta misma causa apretaba tanto más Vologeso á los sitiados, acometiendo unas veces las trincheras con que se cubrían las legiones, y otras el castillo donde estaba retirada la gente inútil; acercándose más de lo que acostumbran los Partos, por ver si con aquella temeridad podía inducir al enemigo á dar la batalla. Mas los nuestros, saliendo apenas de las tiendas, no se atrevían á otra cosa que á defender las trincheras: parte por obedecer al capitán, parte por su propia cobardía, como gecte que esperaba el socorro de Corbulón, y que estaba consolada, cuando el poder de los enemigos los apretase demasiado, á renovar el ejemplo de las calamidades Caudinas y Numantinas (1); alegando que (1) Alude á los dos desastres sufridos por los Romanos, el uno en Caudium, en 433 de Roma, y el otro cerca de Numancia, en 617. En el primero las tropas romanas, al mando de T. Valerio Calvino y Sp. Postumo Albino, se dejaron encerrar en los desfiladeros de Caudio, al Sudeste de Capua, entre Benevento y Calatia, por el general samnita Poncio Herenio, el cual las obligó á pasar por debajo del yugo (horcas caudinas). En el segundo, el cónsul Mancino, al retirarse del sitio de Numancia, escarmentado en diferentes encuentros, se vió sorprendido por sus contrarios en unos desfiladeros, no lejos de dicha ciudad, y