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Los anales.—Libro XV.

»gendrado conmigo por un mismo padre, cediéndome él en »honra de la edad el imperio de nuestra casa, le dí el reino »de Armenia, que se tiene por el tercer grado de nuestra »potencia; habiendo ya Paroco ocupado antes el señorío de »los Medos. Parecíame con esto haber acomodado muy »bien las cosas de nuestra casa contra los odios antiguos y »diferencias que suele haber entre hermanos. Esto impiden »»los Romanos ahora; y la paz nunca rompida por ellos con »»felicidad, la rompen ahora para su ruina. No niego que he »deseado siempre más conservar lo que nos dejaron ganado »nuestros mayores, antes con justicia y equidad que con »armas y sangre; mas lo que he pecado con la tardanza yo »lo ermendaré con el valor. Vuestra fuerza y vuestra gloria »están todavía en pie, aumentadas con la fama de modestia »y mansedumbre, calidades tan dignas de ser estimadas por »los reyes y príncipes, cuanto es cierto que las estiman los »mismos dioses.» Dichas estas palabras, ciñe la cabeza de Tiridates con la diadema real, y entrega á Moneses, varón ilustre, las bandas de caballos que, según la costumbre de los Partos, suelen acompañar al rey, añadiéndole la gente de socorro de los Adiabenos. Encárgale con esto el peso de la guerra, dándole orden que procure echar á Tigranes de Armenia, mientras él, compuestas las diferencias que tenía con los Hircanos, juntaba las fuerzas interiores del reino, y le seguía con ejército capaz de acometer con él las provincias romanas.

Avisado de todas estas cosas Corbulón, envía en socorro de Tigranes dos legiones con Verulano Severo y Vecio Volano, ordenándoles secrctamente que procediesen en todo antes con maduro consejo que con peligrosa precipitación: porque él no estaba tan resuelto en hacer la guerra como en sufrirla. Había antes de esto escrito á César, que para sólo atender á la defensa de Armenia era necesario que asistiese un capitán particular; porque Siria era la que corría más peligro si Vologeso se resolvía en acometer por