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Cayo Cornelio Tácito.

bitada de muchos. Prevaleció con todo eso la parte que votaba la sentencia de muerte contra todos; aunque no se podía obedecer el mandamiento del senado, á causa de haberse amontonado gran muchedumbre de pueblo en su defensa, los cuales amenazaban con piedras y con fuego.

Entonces César reprendió al pueblo con públicos pregones, é hizo guarnecer de gente de guerra todas las calles por donde habían de pasar los sentenciados. Había votado Cingonio Varrón que también los libertos de la misma casa fuesen desterrados de Italia, mas no lo consintió el príncipe, por no alterar con la crueldad aquella antigua costumbre á quien no había podido moderar la misericordia.

Ante los mismos cónsules, á instancia de los de la provincia de Bitinia, fué condenado por la ley de residencia Tarquicio Prisco, con gusto grande de los senadores, que se acordaban de cuando él mismo acusó á su procónsul Estilio Tauro. Cobraron este año los tributos de las Galias Quinto Volusio, Sextio Africano y Trebelio Máximo; y mientras los dos primeros, contendiendo entre sí de nobleza, se desdeñan de tener á Trebelio por compañero, le hicieron más estimado que ellos.

Murió este mismo año Memmio Regulo, harto ilustre y esclarecido en autoridad, en fama y en prudencia, cuanto se concedía en aquellos tiempos, obscurecidos por la grandeza del imperio: tanto, que enfermando Nerón, y adulándole los que le estaban cerca con decir: «que se acabaría el imperio, si por desgracia muriese Nerón», respondió «que á la república no le faltaría quien la sustentase»». Y preguntándole tras esto que en quién particularmente podían fundar sus esperanzas», añadió, «que en Memmio Regulo». Sin embargo, vivió Regulo después de esto defendido de su natural quietud, y de no ser su nobleza muy antigua, ni sus riquezas tan grandes que mereciesen ser envidiadas. Dedicó aquel año Nerón el gimna-