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Los anales.—Libro XIV.

diferir más el dar la batalla, habiendo escogido un puesto con la entrada estrecha y cerrado por los costados de bosque, seguro de que el enemigo no le podía acometer sino por la frente y que la campaña rasa quitaba toda sospecha de emboscadas. Formando, pues, un escuadrón de los legionarios, le rodeó de la gente armada á la ligera, poniendo en las alas la caballería. Pero la gente inglesa iba por toda la campaña á escuadras y á tropas saltando y haciendo fiesta: no se vió jamás junto tan gran número de esta gente, y venía con ánimo tan feroz, que para tener testigos de la victoria, traían consigo á sus mujeres en carros, que pusieron de retaguardia en lo llano.

Y Boudicea en el suyo, llevando consigo á sus hijas, según se iba acercando á las escuadras de aquellas naciones, les decía: «que no era cosa nueva á los Britanos pelear debajo del gobierno de mujeres; mas que, sin embargo, quería ella entonces proceder, no como descendiente de tan famosos y ricos progenitores, sino vengar como una de las demás mujeres del vulgo la libertad perdida, el cuerpo molido á azotes y la virginidad quitada á sus pobres hijas; habiendo pasado tan adelante los apetitos desordenados de los Romanos, que ni á los cuerpos, ni á la vejez, ni á la virginidad perdonaban, violándolo y eontaminándolo todo.

Mas que los dioses favorecían más á las venganzas justas, como lo mostraba bien la legión degollada que se atrevió á pelear. Los demás, decía ella, ó escondidos en sus alojamientos, ó buscando caminos por donde huirse, no sufrían el estruendo y vocería de tanto número de soldados, cuanto y más el ímpetu y las manos. Vosotros, si consideráis bien la cantidad de la gente de ambas partes y las causas de la guerra, haréis resolución de vencer ó morir en esta batalla: las mujeres, á lo os, hecha tenemos esta cuenta. Vivan los varones, si quieren, en perpetua servidumbre.» No callaba Suetonio en tan gran peligro; el cual, aunque confiaba mucho en el valor de sus soldados, no por eso de-