Página:Los Anales de Cayo Cornelio Tácito. Tomo II (1891).pdf/167

Esta página no ha sido corregida
161
Los anales.—Libro XIV.

así, resuelto en acometer la isla de Mona (1), llena de valerosos pobladores y receptáculo de fugitivos, hizo fabricar naves chatas, respecto al poco fondo y mal seguro de aquel mar, para con ellas pasar la infantería. Siguiendo, pues, los caballos por aquellos bajíos, y donde hallaban las aguas altas nadando, pasaron á la isla.

Estaban los enemigos á la lengua del agua en varios escuadrones espesos de hombres y de armas, corriendo entre ellos mujeres con el cabello suelto, en hábito fúnebre, como se suelen pintar las furias infernales, con hachas encendidas en las manos. Y los druidas, dando vueltas alrededor de los suyos, alzaban las manos al cielo, concitando con horribles imprecaciones la ira de los dioses contra los soldados romanos; los cuales, con la novedad de aquellos aspectos, quedaron al principio tan asombrados, que casi con los cuerpos y miembros pasmados, y sin movimiento ni defensa se ofrecían á las heridas enemigas. Mas animándolos el general, avergonzándose unos de otros para no temer á un ejército mujeril ni á vanos asombros, pasan adelante con las banderas, y embistiendo á los que hacían resistencia, los envuelven en sus mismos fuegos. Puso tras esto Paulino buena guarnición en los lugares vencidos, y mandó talar aquellos bosques consagrados con crueles supersticiones; porque tenían por cosa lícita sacrificar allí los cautivos, bañar con su sangre los altares, y consultar á los dioses por medio de las entrañas humanas. Mientras Suetonio Paulino andaba ocupado en esta empresa, tuvo aviso de una repentina rebelión de la provincia.

Prasutago, rey de los Icenos, muy esclarecidos por sus grandes riquezas, había en su testamento dejado por here(1) Existen dos islas de este nomore, una de que habla César, y es la llamada en el día Man, y otra, que es la mencionada en este pasaje por Tácito, y corresponde á la que es conocida con el nombre de Anglessey.

Tomo II.
11