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Cayo Cornelio Tácito.

que él las pronunciase; confusión que se echa bien de ver en los mismos versos, flojos, traídos por los cabellos, sin elegancia ó ímpetu poético, y al fin partos de diferentes entendimientos. Gastaba también parte del tiempo, después de levantadas las mesas, en oir disputas de filósofos, por el gusto que le daba el ver la variedad de sus opiniones, y no faltaban algunos que, aunque profesores de gravedad en el rostro y en la voz, deseaban ser vistos entre los pasatiempos imperiales.

En este mismo tiempo de una ocasión harto ligera nació una matanza bien grande entre los habitantes de Nocera y Pompeya, en el juego de gladiatores que se hacía per orden de Livineyo Régulo, aquel que, como dije, fué privado de la dignidad de senador. Porque provocándose estos dos pueblos uno á otro con injurias, por medio de la licencia que se suele tomar la plebe en semejantes concursos, llegaron primero á tirarse piedras, y después á menear las armas, prevaleciendo la parte de los Pompeyanos, donde se hacía la fiesta. Fueron, pues, llevados á Roma muchos de los Nocerinos heridos y estropeados, donde llegaron otros llorando la muerte de sus hijos y de sus padres. Remitió el príncipe el conocimiento de esta causa al senado, y el senado á los cónsules; de los cuales, vuelta de nuevo al senado, se prohibió á los Pompeyanos el hacer semejantes juntas por tiempo de diez años, y se deshicieron los colegios que habían instituído contra las leyes. Livineyo y los otros movedores de la revuelta fueron castigados con destierro perpetuo.

Pedio Bleso fué privado de la dignidad senatoria, acusado por los Cirenenses de haber violado el tesoro de Esculapio, y que en cierta leva que había hecho de soldados se había dejado cohechar con intercesiones y con dineros. Estos mismos Cirenenses acusaban también á Acilio Estrabon, á quien envió Claudio con autoridad pretoria á componer las diferencias movidas por las tierras que fueron del rey