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Los anales.—Libro XI.

apercibido y atento á la caza, le matan estando todavía en la flor de su juventud. Mas pocos de los antiguos reyes se le aventajaron en esplendor, si hubiera sabido hacerse amar de sus vasallos como supo bacerse temer de sus enemigos. Por la muerte de Fardanes quedaron los Partos divididos en la elección de nuevo rey. Inclinábanse muchos á Gotarces y otros á Meherdates, hijo de Erabates, el que tuvimos en rehenes. Obtuvo finalmente Gotarces el reino; mas en viéndose señor del cetro real, con su crueldad y lujuria necesitó á los Partos á rogar secretamente al principe romano que quisiese enviar á Melerdates para poseer el reino paterno.

Debajo de estos mismos cónsules se vieron los juegos seculares (1) del año ochocientos de la fundación de Roma, y sesenta y cuatro de Augusto, que los celebró. Dejo las razones que movieron á entrambos príncipes, habiéndolas notado largamente en los libros que escribí de los hechos del emperador Domiciano, el cual hizo también celebrar los juegos seculares, que más particularmente observé, por hallarme uno de los Quince Varones sacerdotes y entonces pretor. No lo digo por vanagloria, sino por hacer saber que antiguamente el colegio de los Quince Varones tenía aquello á su cargo, y que los magistrados más particularmente ejecutaban el oficio de las ceremonias. Estando Claudio sentado á los juegos del circo, como representasen los mozos nobles á caballo el de la guerra de Troya, y estuviesen entre ellos Británico, hijo del emperador, y Lucio Domicio, adoptado y después llamado al imperio con el sobrenombre de Nerón, se tomó por ruin agüero que el pueblo alabase más á Domicio. Divulgábase también que en su niñez se habían visto cerca de él dragones como que le guardaban; (1) Fueron instituídos, según unos, en el año 245 de Roma después de la expulsión de los reyes, y en el año 353, según otros. Celebrábanse cada ciento diez años, por haberlo así mandado un oráculo sibilino, y duraban tres días y tres noches.