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Los anales.—Libro XIV.

fácilmente la natural credulidad de las mujeres. Sale tras esto á recibirla á la marina, porque ella venía de Ancio, y dándole la mano al saltar en tierra, y'abrazándola, la lleva á Baulo: así se llamaba la casa de placer que, bañada del mar, se asienta en aquella ensenada, entre el cabo de Mi seno y el lago de Baya. Estaba entre las galeras una la más adornada y compuesta, como si hasta esto hubiera hecho aparejar Nerón en honra de su madre, la cual solía gustar de que la llevasen por aquellas costas en alguna galera, con la mejor gente de marina por remeros. Túvosele aparejado un banquete de cens, para que la noche ayudase también á encubrir la maldad. Es cierto que Agripina fué advertida de la traición, y que mientras estuvo dudosa si le daría crédito, mostró gustar de que la llevasen en silla á Baya?

Mas recibida aquella noche con mucho amor, y puesta pop su hijo en el lugar más honrado de la mesa, las caricias y regalos grandes le aliviaron el miedo: porque discurriendo Nerón con su madre, unas veces familiarmente y entrete niéndola con conversaciones juveniles, y otras componiendo el rostro con severidad, dando á entender que trataba con ella cosas muy graves, entretuvo la cena lo más que pudo: y acabada la acompañó hasta la mar, clavando á la despedida los ojos en ella, y abrazándola con mayor ternura de lo que acostumbraba, ó por cumplir en todo con la disimu lación, ó porque aquella última despedida de su madre que iba á morir le enterneciese algún tanto el ánimo, aunque flero y cruel.

Permitieron los dioses que hiciese una noche muy serena, y que estuviese la mar muy sosegada para convencer mejor aquella maldad. No se había alargado mucho la galera, llevando consigo Agripina dos de sus criados, de los cua les Creperio Galo estaba en pie cerca del timón, y Aca ronia, recostada junto á los pies de Agripina, que acababa de echarse en una camilla, contaba con gran regocijo el arrepentimiento de Nerón, y con cuánta facilidad había ia